domingo, 16 de octubre de 2016

ODIO ETERNO AL CICLISMO MODERNO

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Corría el año 1995 y mi afición al ciclismo iba creciendo según el señor Miguel Indurain iba ganando a golpes contra el crono los Tours de Francia. Esa misma temporada me senté frente al televisor y pude presenciar una carrera que no era como las que había visto hasta entonces, se disputaba en un solo día, por selecciones nacionales  y el ganador llevaría durante todo el año un maillot con un arco iris que a su vez le hacía Campeón del Mundo. La prueba se disputaba en Colombia, y el desenlace de la misma es bien conocido por los aficionados al mundo del ciclismo, principalmente los españoles, que disfrutamos con el agónico triunfo de Abraham Olano con la rueda pinchada en los últimos kilómetros, y también de un pletórico Induraín controlando al añorado Pirata Marco Pantani. Mis ojos de niño se encandilaron con una carrera que he seguido con habitual devoción durante las siguientes temporadas a esa, al año siguiente con Museeuw en Lugano, Brochard en San Sebastian... así hasta disfrutar con los tres entorchados de Oscar Freire, la ambición en Mendrisio de un Cadel Evans hasta entonces criticado por su reservismo, el doblete de Paolo Bettini, hasta llegar a la exhibición el año pasado en Richmond de Peter Sagan. Pude presenciar en directo, a pie de carretera, los mundiales que se disputaron en Madrid y mas recientemente en Ponferrada, siendo participe de un ambiente magnifico, con apasionados del ciclismo de todas las latitudes del planeta, americanos, noruegos, belgas, australianos... las banderas, las autocaravanas, las pintadas en el asfalto.

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La antítesis a lo expuesto en los parrafos anteriores se ha vivido en estos días en los Campeonatos del Mundo que se disputan en Doha, Qatar. Podríamos pasar horas hablando de como el Estado de Qatar y su monarquía vulnera los derechos humanos de los trabajadores del sureste asiático que son la mano de obra barata de sus megaestructuras, viviendo en condiciones de practicamente esclavitud, de la pena de muerte u otras lindezas de este paraíso de los petrodolares. Pero de lo que nos ocupa hablar aquí es de la organización de los Campeonatos del Mundo de ciclismo en carretera. En el mismo lugar donde se han disputado mundiales de natación o Balonmano, teniendo en estos últimos que fichar a una selección foránea casi completa para que alguien representara al país local o contratando aficionados para que llenaran las gradas de los pabellones. Aquí también, si nada lo impide, se darán cita los Campeonatos del Mundo de fútbol en 2022, con la particularidad de que podrían ser en época invernal para evitar los rigores de la temperatura. La misma temperatura que los ciclistas han sufrido estos dias en las calles de Doha, curioso que en 2012 cuando se hizo oficial que esta ciudad iba a albergar los Campeonatos del Mundo, nadie de la UCI sospechaba de lo extremo de las condiciones climatológicas en esta parte del planeta. Los señores de la Unión Ciclista Internacional suponemos habrán disfrutado de una gran estancia rodeados del lujo y la ostentosidad con la que les habrán agasajado los jeques y autoridades de este país. Después de los problemas para hacer caja que han tenido en otros mundiales como Ponferrada, esta vez no han querido correr riesgos y han ido a lo seguro, luego ya si hay espectáculo en la carretera o las temperaturas son extremas es un asunto que lo debe de llevar otra empresa.

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Por fortuna el recorrido no ha sido reducido a la mitad o menos como se rumoreaba, y cabe decir que respecto a las bajas expectativas de ver una aceptable carrera, la cosa no ha estado tan mal, eso si muy lejos de lo que bajo mi punto de vista debe ser la prueba reina de los Mundiales de ciclismo en ruta. La desoladora estampa de las calles de Doha con casi ausencia total de aficionados es otro de los aspectos a destacar, apenas se han visto algunos seguidores en los aledaños de la linea de meta. En las carrera de las otras categorías disputadas en días anteriores la cosa no ha sido diferente. Hay que entender que esto es un negocio en manos de unas personas que poco o nada les gusta el ciclismo y si mucho el dinero, como también hemos visto en los nombramientos de las que serán nuevas carreras del circuito World Tour,  por supuesto el histórico y espectacular Tour de Qatar formará parte del mismo. Los tiempos cambian y nunca está de más ese toque de modernidad necesario en el ciclismo, pero siempre sin olvidar de donde viene y que es lo que le hizo épico y grande, esperemos que esto haya sido una breve pesadilla y el año que viene en Bergen volvamos a recuperar una de las carreras con más prestigio y tradición del calendario ciclista. Eso si, amor eterno al ciclismo menos moderno.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Gianni Bugno: La elegancia vestía de Arco Iris

Visualmente impecable y de una plasticidad en sus movimientos que hipnotizaba al espectador. Ese era Gianni Bugno montado en su bicicleta, pura elegancia. Un ciclista completo que podía verse disputando una gran clásica con los más reputados especialistas o en las primeras plazas de una etapa de alta montaña luchando por el rosa o el amarillo. Su delito, coincidir en tiempo con un tal Miguel Indurain, que fue minando su moral hasta hacer volar de su mente el reto de vencer un Tour de Francia. Su triunfo en el Giro de Italia de 1990, siendo líder de la primera a la última etapa, le catapultó a esa lista de futuribles vencedores de la gran ronda francesa, una losa que en un país de tradición ciclista como Italia es complicado quitarse de encima. Los años pasaban y ese maillot amarillo en Paris no iba a llegar nunca.  


Los Campeonatos del Mundo de fondo en carretera, la máxima expresión en carreras de un día, fueron otra historia para el ciclista transalpino. Gianni Bugno ya era una referencia en este tipo pruebas cuando los mundiales de ciclismo llegaron a la ciudad japonesa de Utsunomiya en el año 1990. Ese mismo año había vencido en la Milán-San Remo y se proclamaba ganador de la extinta Copa del Mundo. Fue uno de los mas vigilados durante toda la jornada a sabiendas de su potencial e instinto en los metros finales pero una gran actuación del combinado belga y la falta de entendimiento con su compañero Fondriest, frustraba sus opciones y era relegado a la tercera plaza tras Rudy Dhaenens y Dirk De Wolf, ambos buenos rodadores de la selección de Bélgica.
La temporada siguiente el Arcobaleno se iba a luchar en las calles de la ciudad germana de Stuttgart. Bugno había sucumbido en julio en el Tour de Francia a un demoledor Miguel Indurain que cimentó su victoria en las etapas cronometradas. Un duelo entre italiano y español que tenía visos de repetirse en el trazado mundialista. Un circuito que sin ser excesivamente duro tenía su miga, con una ascensión larga, Fernsehturm, no muy lejos de la línea de llegada. Después de ser neutralizados los diversos movimientos de corredores importantes, como Theunisse, Delgado o el compañero de Bugno, Maurizio Fondriest, se formaba la que iba a ser a la postre la escapada definitiva. Nada menos que Steven Rook por Holanda, Álvaro Mejía por Colombia y Miguel Induráin por España acompañaban a Gianni Bugno en los últimos kilómetros para jugarse entre ellos el preciado maillot arco iris que acredita como Campeón del Mundo. La volata fue lanzada por el ciclista italiano que vencía por la mínima, hubo que recurrir a foto-finish, su primer mundial por delante de Rooks y de Induráin que esta vez no iba a poder superarle como en el Tour de Francia.



La siguiente edición de los Campeonatos del Mundo fue organizada por la ciudad de Benidorm. En tierras alicantinas se citaban los mejores ciclistas de la época y el duelo Bugno-Induráin volvía a ser fuente de noticias antes de la carrera. El Alto de Finestrat se erigía como el principal escollo a superar en este a priori complicado circuito. Además de los dos citados, como favoritos a la victoria concurrían en Benidorm ciclistas de la talla de Rominger, Jalabert, Leblanc o Chiappucci. A pesar de los ataques en el selectivo Finestrat, en la línea de llegada se presentaba un grupo compacto de diecisiete corredores, entre los que figuraban los principales favoritos a la victoria. Gianni Bugno con un sprint magistral repetía victoria en la cita mundialista batiendo a Laurent Jalabert y Dimitri Konyshev que tuvieron que conformarse con las otras dos medallas, Miguel Induráin entró en sexta posición. El formidable corredor italiano se resarcía de sus fracasos en el Tour de Francia con un doblete en los Campeonatos del Mundo, algo que solo los belgas Van Looy, Ronsse, Schotte, y Maertens, el americano Greg Lemond y más recientemente su compatriota Paolo Bettini han conseguido.

martes, 25 de agosto de 2015

ANGLIRU, PARAÍSO INFERNAL


Esta es la historia de Victor, un buen amigo que un dia se fijo un reto en el horizonte, conquistar los colosos del ciclismo en territorio astur entre ellos el mas temido L' ANGLIRU. Una bonita cronica de su aventura para todos los amantes del cicloturismo y del mundo de la bicicleta en general 
Hola amigos de Sin Cadena, me presento, mi nombre es Víctor Prieto. Soy un mezclador de música electrónica y coleccionista de vinilos, gran aficionado al ciclismo y ex ciclista amateur que hace unos meses tomó la decisión de retomar la práctica de tan maravilloso deporte. Durante varios años he practicado fútbol, natación y fitness pero el gen del que gusta de retorcerse por carreteras y caminos siempre ha estado muy presente. Bien, cuando decidí retomar los entrenos con la bicicleta, en mi cabeza siempre han estado dos cosas muy presentes. Una de ellas, volver a competir, algo que haré en breve y la otra ascender colosos que siempre tuve en mente. Uno de ellos y quizá el más trascendente: El Alto del Angliru. Cuando hablamos del Alto del Angliru, nos estamos refiriendo a uno de esas ascensiones que todo aficionado al ciclismo debe ascender al menos una vez en la vida. Sus 12,5 kms al 10% de media y sobre todo, sus 6 kms finales con rampas al 23,5% en los cuales parece que el tiempo se detiene, le confieren un aire de misticismo y dureza que lo deja a la altura de otras “salvajadas” como Mortirolo o Zoncolan. Su aparición en el panorama ciclista es relativamente reciente. Fue ascendido por primera vez en la Vuelta de 1999 con victoria del desaparecido Chava Jiménez y desde entonces ha totalizado un total de seis finales de etapa en la ronda española, la última de ellas en 2013. Durante estos años la fama de esta subida ha alcanzado niveles universales y ha levantado muchísima polémica cada vez que se ha ascendido en carrera, así que sin más dilación procedo a relataros mis aventuras y desventuras por tierras asturianas con la esperanza de animaros a intentarlo.
Martes 11 de agosto, llego a Pola de Lena aproximadamente a las 16h tras cuatro horas de viaje desde Madrid. Hace bastante frío para ser agosto y chispea a ratos, típico del microclima asturiano. En cuanto el dueño del hotel (Hotel Ruta de la Plata, más querecomendable amigos) me ve aparecer con la bici en el techo del coche se vuelca conmigo ayudándome y dándome indicaciones de rutas de la zona, no en vano, estoy a unos 100 mts de La Cobertoria y a un km del Cordal. Ideal para los que vamos a dejarnos los riñones por aquellas carreteras, de hecho hay más ciclistas alojados en el hotel. Durante esta primera conversación, aparece la palabra Angliru. La cara de este hombre cuando me escucha puede describirse quizá como “madrecita donde te vas a meter chaval” .Bien, tras instalarme y descansar una horita, decido bajar a hacer el que será el último test antes del coloso riosano, al cual tengo previsto ir el día siguiente. Son casi las 18h y el día continúa tapado aunque el sol asoma a veces y la temperatura ahora no es tan fría. Aún así el chubasquero es un fijo en la alineación junto a lo típico, sales, geles, galletas.. etc. Tras unas últimas indicaciones por parte del recepcionista, salgo en dirección hacia Riosa para hacer la ascensión al Alto del Cordal, coronar y en lugar de descender hacia Riosa, seguir por el Cuchu Puercu hasta el Alto de la Cobertoria para coronar este último y regresar hacia Pola de Lena. Pese a que he llegado a Asturias en un punto óptimo de forma, voy con dudas tras haber sufrido un mal día entrenando por Cercedilla unos días antes y con miedo a desgastarme cara al día siguiente. Comienzo a subir el Cordal con mucha calma, el puerto me recibe con un rampón al 13% lo cual estando frío es como si te visitase el tío del mazo antes de empezar prácticamente. La pendiente suaviza un poco y se va manteniendo más o menos llevadera con alguna rampa aislada del 15%. Lo más duro, durísimo, con picos del 16%, es el último kilómetro y medio a partir de la antigua mina de La Soterraña. Se me hace eterno literalmente y me obliga a meter todo prácticamente lo cual me deja algo “mosca” cara al día siguiente. 50 metros antes de coronar veo aparecer una pista forestal asfaltada que se pierde entre la niebla y la vegetación. Es el Cuchu Puercu, tal y como me habían comentado en el hotel y puedo afirmar que te hace sentir engullido por la montaña. Es una subida que alterna tramos de bajada con rampones y herraduras al 18% para rematar las fuerzas que ya empiezan a ir justitas. Es posiblemente la ascensión más bonita que he hecho en mi vida y te deja a mitad de camino hacia la cima de La Cobertoria, ascensión que corono sin mayores problemas pese al desgaste y a la lluvia. Extremo las precauciones en el descenso de retorno a Pola de Lena, no sin algún susto y con la mente en el día siguiente, aunque con dudas debido al sufrimiento pasado en el Cordal.
Miércoles 12 de agosto, tras el pertinente desayuno a base de lomo con lechuga, galletas y zumo de naranja y tras haber dormido como un lirón, procedo a preparar lo que será un día duro, muy muy duro. El día se levanta tapado pero hay previsión de sol durante el mediodía. La temperatura es muy agradable, ideal para sobrellevar el “sofocón” que me espera. Al igual que el día anterior, vuelvo a tomar dirección Riosa para ascender el Cordal. Vuelve a parecerme igual de duro que el día anterior, de hecho hacerlo como calentamiento cara a Angliru es jugar con fuego porque desgasta y mucho, sin embargo las piernas van respondiendo mejor, mucho mejor que el día anterior. Tras coronar, comienzo el descenso hacia Riosa, hidratándome y comiendo algo. Son 8 kilómetros aproximadamente muy tendidos pero con bastantes curvas, afortunadamente con asfalto seco lo cual reduce el riesgo de caída. Llego a Riosa y tras seguir las indicaciones veo el cartel que anuncia el inicio de la ascensión al Angliru. Inevitable parar y tomar la foto de rigor, ya con hormigueo en el estómago ya que el gran momento ha llegado. Los primeros 5 kilómetros los hago con calma y a un ritmo constante sin casi hacer cambios de desarrollo. Son bastante tendidos, mucho más que el Cordal por ejemplo, salvo alguna rampa al 14% al llegar a Porcío poco antes de llegar al área recreativa de Viapará donde hago una breve parada para rellenar mi bidón. Es inevitable mirar hacia arriba intentando buscar las paredes a las que voy a enfrentarme pero la niebla que ya ha hecho acto de aparición me impide visualizarlas. Abandono Viapará tras un breve tramo de bajada y todo sea dicho, los “cojones por corbata” ya que a partir de aquí comienza lo más duro de la subida con una rampa al 15% que paso sin mayor problema. A todo esto, es imprescindible ir siempre con un desarrollo holgado a partir de aquí, todo lo contrario puede ser motivo de desgaste innecesario y condenarte al fracaso un poco más arriba. Continúo subiendo y veo la famosa pintada en la carretera que reza: EMPIEZA EL INFIERNO, vamos, ideal para motivarte. Sólo un poco más tarde aparece la primera pared: La Cuesta les Cabanes. 400 metros con un pico máximo del 21,5%.
Una rampa terrible y en la que te sientes como si el mismísimo Lucifer te estuviese observando gozando del espectáculo y de tu sufrimiento. Tras esta bofetada inicial la subida se mantiene al 11% con repechos del 14 y 15. Miro mi pulsómetro y pese a ir justito de fuerzas veo que oscila entre 150 y 160 lo cual es buena señal y me anima a seguir para arriba. Tras pasar Llagos y Les Picones, la ascensión continúa por un larguísimo y desmoralizante tramo que no parece terminar jamás y que va a desembocar en la herradura de Cobayos y tras ella… La Cueña les Cabres, el tramo del horror, el más temido por profesionales y amateurs. Pese a la niebla, el quitamiedos deja entrever lo que me espera: 450 metros con un máximo del 23,5%. “Quien me mandaba meterme en este berenjenal” pienso al ver esa burrada pero ya no hay vuelta atrás. Inmediatamente meto TODO el desarrollo que me queda y según voy avanzando a no más de 3 km/h la carretera se inclina cada vez más hasta el punto de obligarme a hacer eses ya que la rueda delantera se me levanta y corro riesgo de caerme con la consiguiente imposibilidad de volver a iniciar la marcha. Cuando consigo pasar la Cueña, estoy a 190 pulsaciones y mi estado es como si me hubiera arrollado una manada de hipopótamos pero parar está prohibido. Hay que seguir subiendo mientras intento recuperar un ritmo medianamente llevadero. Quedan dos kilómetros de subida y aún hay que pasar dos paredes más. El Aviru al 21,5%  y Les Piedrusines al 20%. Se me hacen absolutamente ETERNOS, voy al límite de mí mismo y lo único que me mantiene dando pedales son la raza y los cojones. Cuando paso Les Piedrusines y veo la bajada que lleva hacia la explanada final no tengo fuerzas casi ni para mover algo más de desarrollo y simplemente me dejo llevar por la inercia. Al llegar a la explanada estoy vacío pero la sonrisa que tengo es como si hubiera llegado a
París vestido de amarillo. He empleado dos horas para cubrir la ascensión íntegra y esto me deja más contento aún ya que era el objetivo que me había marcado. Fotos de rigor, breve conversación con otros descerebrados como yo que han conseguido coronar y para abajo que el día se está encabronando más aún y todavía queda el descenso y la vuelta por la otra cara del Cordal. Durante la bajada voy tomando fotos que formarán un recuerdo único en mi vida y al parar en La Cueña me quedo anonadado, solamente mantenerse de pie es un logro. Da vértigo, mucho vértigo. Vuelvo a parar a recargar en Viapará y al salir comienza a llover fuertemente. Sólo unos metros más adelante y pese a ir con extremo cuidado… al suelo. Caída fea en la que me abraso codo y pierna. Al principio tengo tanto dolor que creo haberme roto algo pero afortunadamente remite un poco y con la ayuda de unos guardias civiles que salían de Viapará reemprendo la marcha aunque sangrando considerablemente. El chaparrón no me abandona en todo el resto de la ruta que transcurre por la cara riosana del Cordal, muy larga y tendida y que pese a ir justo de fuerzas y maltrecho del golpe, paso bastante cómodo y a un ritmo rápido y constante, al igual que el descenso hacia Pola de Lena en el que extremo precauciones. Al llegar al hotel, cura de heridas, ducha y cena con una sonrisa que tardaré en olvidar. He cumplido el objetivo de coronar el Alto del Angliru y pese al sufrimiento, ya estoy deseando volver cuanto antes. 


Amigos de Sin Cadena. Saludos y gracias, LARGA VIDA AL CICLISMO.

viernes, 7 de agosto de 2015

Historias de la Vuelta: Aquella batalla de Serranillos


Hablar de una batalla librada en medio de una cruel guerra es hacerlo probablemente de una de las más terribles formas de expresión humana, y  desafortunadamente este de la guerra y sus batallas es un mal que se sigue viviendo a diario en algunos rincones del planeta. Pero existen batallas deportivas difícilmente olvidables en el imaginario, algunas de ellas se han librado encima de una bicicleta surcando montañas. El caso que nos ocupa nos traslada al año 1983, exactamente a los primeros días del mes de mayo. En aquellos días se disputan las últimas jornadas de la Vuelta Ciclista a España. La presencia del Caimán Bernard Hinault es sin duda la gran atracción de esta edición, la número 38, de la ronda española. Enfrente del gran campeón francés, se encuentran como principales figuras, además de Marino Lejarreta o Alberto Fernández, los ciclistas del conjunto navarro del Reynolds, no obstante no iba a estar su principal baza, el abulense Ángel Arroyo, con una fractura en la muñeca. Otro de sus hombres fuertes, José Luis Laguia, comienza el prologo de Almussafes con una caída que le lleva a perder más de un minuto en meta, situación que emporaría días después con una segunda caída en la quinta etapa. Pedro Delgado por su parte enferma durante la etapa que acaba en Sabiñanigo, en un día recordado por el frio reinante añadido a la nieve, y pierde las opciones para disputar la clasificación general. Por tanto la esperanza para el plantel dirigido por José Miguel Echavarri, se llamaba Julián Gorospe, un joven ciclista vasco que cumplía su segunda campaña como ciclista profesional y que había comenzado la Vuelta con mejor pie que sus compañeros. La contrarreloj con final en Panticosa dejaba la peor versión de Hinault, y tanto Lejarreta, Fernández o el propio Gorospe sacaban un valioso tiempo al bretón. En uno de los momentos fundamentales en la historia de la ronda española, se asciende a los Lagos de Covadonga, entonces llamados Lagos de Enol que incluso algunos quisieron denominar Lagos de Hinault. La realidad fue otra y el astro del conjunto Renault no tuvo su mejor día en tierras astures. Días después con la disputa de la etapa cronometrada de Valladolid pudimos asistir a un pequeño resurgir de Hinault pero bien respondido por un Julián Gorospe que salía reforzado en el liderato de la prueba.

El ciclismo ha cambiado mucho y si a día de hoy tuviéramos un perfil como el que se desarrollaba aquella jornada camino de Ávila, hablaríamos de una etapa para escapadas sin posible transcendencia en la general. Dos puertos de primera, Peña Negra y Serranillos y un último de segunda, La Paramera, componían el periplo por la sierra abulense. En Peña Negra comienzan las hostilidades y algunos corredores como Alberto Fernández o Vicente Belda se intentan filtrar en sendas escapadas lo que hace que los hombres de líder tengan que ponerse a trabajar casi de inicio, con el desgaste que eso iba a suponer. Con la carrera destrozada los hombres fuertes de la general llegan a las rampas de Serranillos, los pocos aficionados presentes en la cuneta del puerto abulense desconocían que iban a ser testigos de una de las mayores exhibiciones que Bernard Hinault iba a realizar en su prolífica trayectoria. El Caimán además no estaba solo en su objetivo, le acompañaba como gregario de lujo en el Renault-Elf nada menos que un tal Laurent Fignon que ponía un ritmo infernal a la espera del ataque final de su líder. Y ese ataque había llegado. Hinault demarra violentamente y solo un excepcional Marino Lejarreta es capaz de seguir al ciclista francés. Por detrás José Luis Laguia compañero del líder Gorospe contiene la hemorragia de segundos en los últimos kilómetros de Serranillos, pero no será por mucho tiempo. Tanto en el descenso de Serranillos como en la última ascensión de la jornada, La Paramera, los minutos siguen en aumento y el dúo Lejarreta-Hinault ya ha contactado con los hombres que marchaban fugados. El final en Ávila, a diferencia del habitual empedrado que hemos visto en los últimos años, se encontraba enmarcado dentro de un velódromo. El pequeño alicantino Vicente Belda lo intentaba ya dentro de la pista pero nada pudo hacer, al igual que Marino, por impedir la victoria de un sublime Bernard Hinault que a dos días del final en Madrid sentenciaba prácticamente la que iba a ser su segunda Vuelta Ciclista a España. El joven e inexperto Gorospe pagaba la novatada y se presentaba derrotado y abatido en el velódromo con más de veinte minutos de desventaja sobre el ganador de la etapa en una de las jornadas más memorables de la historia de la Vuelta. 


martes, 16 de diciembre de 2014

Täve Schur: Leyenda del ciclismo del Este

En estos momentos en los que se conmemora un aniversario más de la caída del Muro de Berlín, sin entrar a valorar temas estrictamente políticos pongamos la mirada en la extinta Republica Democrática Alemana en la cual también hubo deporte y deportistas, y en donde el ciclismo fue una de las disciplinas más populares para aquel pequeño país del este de Europa. Una de sus estrellas de la bicicleta fue Gustav-Adolf Schur, más conocido con la abreviatura de Täve.

Nacido en febrero de 1931 en la localidad de Heyrothsberge , muy cerca de Magdeburgo, aprendió a ganarse la vida de mecánico o soldador en años muy complicados para el devenir de su país, pero encontró en la bicicleta su válvula de escape y pronto empezó a competir en las filas del  Aufbau Börde club de Magdeburgo demostrando su enorme talento que le llevo a destacar por encima de los demás en la Rund Um Berlin, una prestigiosa carrera de la época en la zona del este que consiguió vencer en su primer año entre corredores de cierto nivel, y ya en 1952 disputa la primera carrera fuera de su país, concretamente en Polonia. Los éxitos seguían llegando con victorias en el Tour de Alemania del Este (una prueba en la que vencería en hasta 4 ocasiones) y el Campeonato Nacional, y su popularidad iba en aumento en una nación que convertía en héroes a sus grandes deportistas, que enarbolaban la bandera de su país por el resto del mundo, no obstante Schur fue votado durante nueve años consecutivos como el deportista del año en la RDA. También se convirtió en una autentica leyenda en los países de la Europa socialista, triunfando en diversas pruebas en la parte este del continente como Rumania, Polonia o Checoslovaquia. En 1955 se corona venciendo en la Carrera de la Paz, probablemente la prueba de mayor prestigio en aquellos territorios y que discurría entre Praga, Berlin Y Varsovia, algunos incluso no dudaron en calificarla como un Tour de Francia del otro lado del denominado Telón de Acero, para finalmente desaparecer en el año 2006 después de unos años transitando por las carreteras de la Republica Checa.




Una temporada después pasa a formar parte del Sportclub Deutsche Hochschule für Körperkultur de la ciudad de Leipzig, una importante institución que contaba con los mejores medios al alcance de los deportistas en aquel entonces. El ciclista de Heyrothsberge no iba a abandonar este equipo hasta el final de su carrera deportiva. En los Juegos Olímpicos también tuve Schur su hueco entre los grandes, representando a un equipo de ciclismo en carretera de la Alemania Unificada durante la olimpiada de Melbourne ’56, donde se hacen con la medalla de bronce, y en la prueba contra el crono por equipos de 1960 en Roma, esta vez sí con la selección de Alemania del Este, con una formidable medalla de plata por detrás del combinado italiano. Entre medias de estos éxitos olímpicos, Täve vence en dos años consecutivos (58,59), los Campeonatos del Mundo amateur, siendo el primer alemán en conseguirlo, por delante de los mejores corredores del mundo en esa categoría. Por unanimidad fue elegido el mejor deportista de todos los tiempos de la desaparecida Republica Democrática Alemana.


                                            Foto de Schur en el area dedicada al deporte
                                              del actual Museo de la RDA en Berlin


Tal fue la repercusión de sus triunfos, que aparte de su carrera deportiva, también estuvo muy activo dentro de la vida política de su país, formando parte del Partido Socialista Alemán (SED) dentro de la Volkskammer  (cámara popular parlamentaria) y posteriormente con la reunificación del país germano también presente hasta el año 2002 en el Bundestag con el nuevo Partido Socialista (PDS).

lunes, 23 de junio de 2014

HUBO DIAS MEJORES PARA UNA PRUEBA HISTORICA

Este fin de semana se disputan en Ponferrada, y como prueba para el circuito mundialista, los Campeonatos de España de ciclismo en carretera. La prueba en ruta sigue en plena caída de participación y de prestigio pero hubo tiempos muy diferentes en esta prueba

Hablar del campeonato nacional de ciclismo en ruta en países de amplia tradición ciclista como Italia o Francia, es hablar de una de las pruebas más importantes que se disputan en sus fronteras, tanto es así que en ella se suelen dar cita prácticamente todos los grandes corredores de esos países para disputar la victoria. El campeonato español sin embargo no puede decir lo mismo en la actualidad y suelen ser segundos espadas, con todo el respeto del mundo, los que se juegan el triunfo. A los ya de por si complicados problemas de organización, con la sede de la prueba en el aire hasta muy pocas semanas antes del evento o la ausencia de televisión en directo lo que convierte en mínima la repercusión de la prueba, se une la no presencia de las principales estrellas del pelotón nacional dejando esta histórica competición herida de muerte.
Afortunadamente no siempre ha sido así en los campeonatos nacionales, hubo tiempos en los que los grandes ciclistas españoles se batían el cobre para conseguir la victoria en la prueba en ruta. Ya en las ediciones de 1908 y 1909 el bilbaíno Vicente Blanco “el cojo”, según los historiadores de ciclismo primer ciclista español en correr el Tour de Francia, se hacía con la victoria en los nacionales disputados en Gijón y Valencia respectivamente. En los años treinta iba a aparecer una de las grandes figuras de estos campeonatos y del ciclismo nacional de todos los tiempos, el navarro Mariano Cañardo. El ciclista de Olite venció en cuatro ocasiones la prueba además de ocupar el podio en otras cinco ocasiones y sigue siendo el corredor con más campeonatos de España hasta la fecha. Julián Berrendero o Bernardo Ruiz fueron en épocas de la postguerra los grandes protagonistas en cuanto al ciclismo en nuestras fronteras se refiere y por lo tanto también en los nacionales que vencieron en tres ocasiones respectivamente.
                                                                                                         
                                                                                                                             Vicente Blanco

Federico Martin Bahamontes, el “Águila de Toledo” vencedor del Tour de Francia de 1959 es otro de los ilustres que adornan el palmarés de esta centenaria prueba en su particular duelo con el bilbaíno Jesús Loroño a finales de los años cincuenta y que contaba con gran repercusión mediática. El gran Luis Ocaña, una de las figuras deportivas más relevantes del país y uno de los pocos que puso en jaque la tiranía del “caníbal” Eddy Merckx, cuenta con dos triunfos en los nacionales en las ediciones de 1968 y 1972 siendo esta ultima una de las grandes exhibiciones del conquense llegando a la meta de Segovia con más de dos minutos de ventaja sobre el resignado pelotón.

Alejandro Valverde vencedor en 2008

Más recientemente en la época de los noventa, particularmente la edición de 1992 disputada en Oviedo tuvo como vencedor al gran dominador del ciclismo en aquellos tiempos, el también navarro como Cañardo, Miguel Induráin. Figura indiscutible en la historia del deporte en nuestro país venciendo cinco Tour de Francia y dos Giros de Italia, el corredor de Banesto no solo cuenta con dicha victoria como referencia en los Campeonatos Nacionales, además obtuvo dos podios mas en esta prueba, eran años de esplendor del ciclismo en nuestro país. Años después Abraham Olano o José María “ChabaJiménez dieron brillo al cuadro de honor de esta carrera que en los últimos años ha visto reducida la participación y la implicación  de las grandes figuras con excepciones como las de Joaquim Rodríguez en 2007 en Cuenca o Alejandro Valverde vencedor en Talavera en 2008.                                                                                                                                         
                                                                                            Luis Ocaña con el maillot de campeon                                                                                                     nacional junto a Merckx
                                                                                        

Además, la escasez de equipos españoles hace del campeonato nacional un coto de caza privado para la estructura de Eusebio Unzue (Caisse d Epargne, Movistar) que monopoliza las victorias en las últimas ediciones al contar, con mucha diferencia, con más efectivos que cualquier otro conjunto.

jueves, 3 de abril de 2014

JOHAN MUSEEUW: UN LEON DE FLANDES

Es tiempo de clásicas,  tiempo de esas legendarias travesías por el norte de Europa sorteando baches y adoquines por carreteras en las que apenas cabe un coche, tiempo de echarse a las cunetas cerveza en mano para ver pasar a los gigantes del mundo ciclista con sus maquinas, esos gigantes ahora en boca de todos en las horas previas a las carreras más importantes: los Boonen, Cancellara, Sagan…nos van a brindar a buen seguro varias emocionantes tardes de domingo. De algunas de esas inolvidables tardes siempre habrá un recuerdo para uno de los grandes en la historia de estas carreras de un día, el León de Flandes (con permiso de  Fiorenzo Magni) Johan Museeuw.

Este mito del ciclismo belga y mundial estuvo 16 largas temporadas en la elite pasando de ser un sprinter puntero en las llegadas de las grandes vueltas a ser uno de los clasicomanos más laureados de todos los tiempos. Sus inicios fueron como gregario de Eddy Planckaert en el AD Renting y posteriormente el ciclista de Varsenare corrió en las filas del conjunto Lotto hasta que en 1995 después de pasar por el GB (germen del posterior equipo italo-belga) iba a pasar a la potente estructura Mapei (luego Domo y Quick Step), escuadra que iba a gozar de un insultante dominio en las clásicas de la década de los noventa. Esa hegemonía era tal, que en la temporada 1996 se presentaron en solitario en el velódromo de Roubaix tres corredores con maillot de Mapei los cuales tuvieron que repartirse la victoria en el Infierno del Norte a gusto del patrón del equipo Giorgio Squinzi, que dispuso como ganador a Johan Museeuw por delante de los italianos Bortolami y Tafi. Era la primera Roubaix de un Museeuw que ya gozaba en su palmarés con dos Tours de Flandes, conseguidos de forma magistral en las temporadas 1993 y 1995, ya con la dirección de Patrick Lefevre su mentor para afrontar las clásicas primaverales.

Uno de los momentos determinantes de su prolongada carrera profesional ocurrió en la temporada de 1998, el implacable rodador belga venia de conseguir su tercer Tour de Flandes, por delante de Zanini y del también belga Andrei Tchimil, lo que le ascendía a la categoría de leyenda del ciclismo de ese país y de todos los tiempos, convirtiéndose en el león de Flandes del ciclismo moderno. Una semana después se disputaba como es costumbre la reina del adoquín, la Paris-Roubaix, con Museeuw como gran aspirante a conseguir el mágico doblete Flandes-Roubaix. En el clásico terreno embarrado entre Compiegne y Roubaix por las empadradas calzadas del norte francés transcurría la carrera a la espera de la llegada a uno de sus puntos culminantes, el temible Bosque de Arenberg o tramo de Wallers, uno de los pasos de adoquín catalogado con cinco estrellas de dificultad. La mala suerte se iba a cebar con el corredor flamenco, que iba a dar con una de sus rodillas en el empedrado suelo del terrible Foret d’ Arenberg provocando la rotura del hueso y por supuesto el abandono de la prueba. Durante los días posteriores una infección hizo temer por la pierna de Museeuw, se hablaba de amputación de la misma y su consecuente retirada del ciclismo profesional, una retirada por la puerta de atrás nada merecida para el belga. Milagrosamente no hubo amputación y Johan Museeuw pudo volver a las carreteras a demostrar su talento, y vaya si lo demostró. Dos años después de su desafortunado incidente, en la temporada 2000, el León mostraba sus garras culminando una exhibición que comenzó a casi 60 kilómetros a meta y llegando en solitario al velódromo de Roubaix por delante de su compatriota Van Petegem y donde mostraba su recuperada rodilla a todo el público asistente que enloquecía con la llegada del corredor de Mapei. 
Dos años después en 2002, Museeuw se hacía con su tercera Roubaix que junto a sus tres Tours de Flandes y al Campeonato del Mundo conseguido en Lugano en 1996 (entre otras importantes victorias) le convierten en uno de los grandes ciclistas de la historia moderna.