El día 5 de Julio de
1964, el Tour de Francia albergaba su jornada de descanso en el Principado de
Andorra, donde un día después se disputaría la etapa entre el país pirenaico y
Toulouse. Hasta ese día el maillot amarillo viajaba a espaldas del modesto
corredor francés Georges Groussard, el cual lo había mantenido durante diez
etapas, Alpes incluidos ya que ese año se subían con anterioridad a los
pirineos. Pero de lo que todo el mundo hablaba era de el duelo de los dos
grandes mitos de la época, Jacques Anquetil y Raymond Poulidor en el que fue, quizás
solo superado por la batalla entre los italianos Coppi y Bartali, el mayor y más
vibrante duelo de dos corredores en la historia de este deporte que tuvo
dividida a la Francia ciclista durante muchos años, y que a pesar de los
grandes triunfos y la facilidad para conseguirlos del normando Anquetil, la afición
en su gran mayoría tiro del lado de Raymond Poulidor conocido cariñosamente
como “Poupou” y también llamado por algunos el “eterno segundón”.
En el día que nos
ocupa se celebraba en la población de Encamp, justo en las primeras rampas del
puerto de Envalira, una fiesta-barbacoa organizada por Radio Andorra para los
organizadores de la carrera, periodistas acreditados y diferentes personas que
acompañaban a la Grande Boucle. A este evento según cuentan se dejo caer Jacques
Anquetil, el normando, en compañía de su director de equipo Raphaël Géminiani, disfruto en su
jornada de descanso de los manjares ofrecidos por la radio andorrana. Existe
una leyenda, la cual años más tarde desmintió su propio director, que dice que
el ciclista francés hizo buena cuenta tanto de la comida como de la bebida a disposición
de los comensales, Jacques fiel a su estilo de vida de amante de la buena mesa
y los licores se pego un buen festín que probablemente le pasaría factura
en la jornada posterior en dirección a Toulouse.
Poulidor a
sabiendas de los rumores de los posibles excesos del corredor normando, tomo
cartas en el asunto y fue por la mañana a saludar a su gran rival pero buen
compañero Anquetil, en efecto este no tenía muy buena cara por lo que sus
presagios se hacían realidad. Nada más comenzar la etapa se subía el gigantesco
puerto de Envalira hasta la zona de Puymorens, todo ello a balón parado, sin un
metro de llano anteriormente. No había hecho nada más que darse el pistoletazo
de salida, y comenzaron los primeros ataques por parte de los siempre
combativos escaladores españoles, Bahamontes, Galera, Julio Jiménez…a estos se
une Poulidor motivado por el supuesto mal estado de Jacques Anquetil.Segun se
avanzaban kilómetros de este coloso pirenaico Anquetil perdía mas tiempo con
con el grupo delantero donde viajaba Poulidor, efectivamente el normando pasaba
por un mal momento y “Poupou” aprovechaba cada metro para sacar ventaja. Por detrás
una marea de gente empujaba a un destrozado Anquetil, y a su vez era penalizado
tanto con multas económicas como con segundos de tiempo por sufrir estos
empujones. Poco a poco se iba cerrando la casi perpetua niebla de la parte más
alta de esta larguísima ascensión, y Jacques pasaba por la cima a más de cinco
minutos y medio del grupo de Raymond Poulidor. Todo esto podía ser debido al
suculento atracón que Anquetil se dio el día anterior en la famosa barbacoa, o quizás
no.
Meses antes
en el rotativo francés France-Soir,
un famoso mago de por aquel entonces en el país galo, publica una predicción en
la que hablaba de un abandono de Jacques Anquetil en la etapa entre Andorra y
Toulouse y su posterior fallecimiento. El normando conocido por su superstición
paso los días previos a esta etapa un calvario motivado por la predicción de
este supuesto adivino, incluso no quería salir de la habitación de su hotel
andorrano y fue su director el que le saco del mismo para ir a la ya conocida
fiesta de la radio.
Por este
motivo y no por el de la barbacoa, Anquetil pasó una de las peores ascensiones
en su gloriosa hegemonía en las carreteras francesas. Una vez coronado el
puerto, Jacques despertó de su letargo y del engaño de este mago farsante. Como
si de una contrarreloj se tratara, gran especialidad de Jacques conocido como “Monsieur
Chrono”, en una espectacular y
trepidante bajada entre la espesa niebla de Envalira y también hay que decirlo,
con la ayuda de algún vehículo de equipo, Anquetil recortaba tiempo a pasos
agigantados con el grupo delantero donde rodaba el corredor de Merignat,
Raymond Poulidor y virtual líder de la carrera. A poco menos de 30 kilómetros
para la meta en Toulouse, la fatalidad se ceba con Poulidor, y tras una avería
en alguno de los radios de su bicicleta, debe cambiar de máquina, con la mala
suerte que con las prisas uno de los mecánicos tropieza sobre él y le derriba.
Ya no solo no iba a sacar a Anquetil suficiente ventaja para dar un golpe en el
Tour del 64, sino que además iba a perder un tiempo insalvable que le alejaría del
cajón más alto en Paris. Llego a meta con más de dos minutos y medio. Una prueba
más de la mala suerte que privo a Raymond Poulidor de hacerse con un Tour de
Francia, mientras Anquetil conseguiría días más tarde su quinto, siendo el
primero hasta entonces en hacerlo.
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