Todo gran monumento cada cierto tiempo debe ser restaurado
para que el paso del mismo y otros factores como las condiciones climatológicas
o la propia mano del hombre no destruyan o alteren su esplendor y belleza. Esto
es lo que ocurre con los tramos adoquinados de la Paris-Roubaix, el “Infierno
del norte”, la reina de las clásicas. Este grandioso monumento en este caso
ciclista, es sin lugar a dudas patrimonio de la historia del deporte.
Este infierno del norte (denominado así por un periodista de
L’Auto en 1919 tras ver esas rutas devastadas por la guerra) también tiene sus
propios ángeles. Son la asociación Amis
de Paris-Roubaix que se encargan de la conservación y cuidado de los sectores
adoquinados por los que transcurre la legendaria prueba.
Albert Bouet periodista especializado en ciclismo del diario
L’Equipe, a petición del director en aquel entonces del Tour de Francia y las
carreras organizadas por su asociación, llevaría a cabo junto al célebre Jean Stablinsky el
descubrimiento del sector más conocido y espectacular de la carrera, el temible
bosque de Arenmberg, que pasaría por primera vez la Roubaix en el año 1968.
En este punto es cuando se llama la atención del deterioro
de los distintos sectores que componen la Paris-Roubaix, los cuales deben
cambiarse, ponerse o quitarse del recorrido cada año, sobretodo en año
electoral y viéndose amenazados por la
creciente urbanización de la zona, lo que hace temer la pérdida irreparable de
estos legendarios trazados.
Es en 1982 cuando en una exposición fotográfica en la casa
regional de la región du Nord- Pas De Calais en Paris, Jean Marie Leblanc, uno
de los históricos directores del Tour de Francia, presenta un libro sobre “Les Pavés
du Nord”, donde se germinaría la idea de
lo que será la asociación de Les Amis de Paris-Roubaix, que en el año 1983 de
la mano de Jean Claude Vallaeys comenzaría su andadura hasta nuestros días.
Su labor fundamental es la limpieza de los tramos tras el
duro paso del invierno en el norte de Francia, para que el segundo domingo de
abril podamos disfrutar en todo su esplendor y sin riesgo alguno para los
protagonistas, de uno de los mayores espectáculos deportivos que se dan sobre
la tierra, la Paris-Roubaix.
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