Se la podría considerar un pequeño Tour de Francia, a menudo
sirve de previa (actualmente junto a la Vuelta a Suiza) para aquellos
corredores que van a disputar la gran carrera francesa con opciones de brillar
en la general final o victorias de etapa.
Nos referimos a la Dauphine Libere,
una prueba histórica donde habitualmente se dan cita los mejores corredores del
mundo y que en condiciones normales el ganador de la misma suele ser destacado
protagonista de una forma u otra en el Tour, o no siempre.
Nos vamos a la edición de 1996, donde el gran tema de conversación
en el entorno del mundo ciclista era la posibilidad de que un corredor superara
la hasta entonces infranqueable barrera de cinco victorias en el Tour de
Francia, ese corredor era por supuesto Miguel Induráin. El navarro se
presentaba a la cita para el prologo inicial en la localidad de Megeve como
vencedor de la anterior edición de la carrera. Un prologo corto en el que se imponía
como no podía ser de otra manera el especialista de la época Chris
Boardman, con los grandes favoritos como Rominger, Induráin o Jalabert en
pocos segundos.
En la jornada posterior al Ventoux los corredores afrontaban
una etapa contrarreloj de 42 km entre las localidades de Gigondas y Beaumes de
Venise. Una dura prueba para el líder Laurent Jalabert ante grandes
especialistas como Rominger o Induráin. El navarro no defraudo y se alzo con la
victoria magistralmente por delante del suizo Rominger y del británico Boardman.
El líder perdía 50 segundos con Induráin pero mantenía el maillot amarillo.
El navarro del
equipo Banesto dejaba también a su perseguidores coronando en solitario el
coloso Izoard pero una inesperada tormenta en el descenso le hizo tomar
precauciones y fue alcanzado por sus perseguidores. Aun así Induráin se imponía
en la meta de Briançon a Laurent Madouas y sentenciaba la clasificación general
metiendo casi dos minutos a Jalabert el cual se bajo de la bicicleta en la
jornada siguiente con final en Grenoble.
Miguel Induráin se hacía con su segunda Dauphine Libere
consecutiva en la que seguramente fuera su última victoria en una carrera por
etapas, dando un golpe moral a sus rivales para el Tour’96. Sin embargo ese
Tour se convirtió en una autentica pesadilla para Miguel. Las pésimas condiciones
climatológicas, con mucho frio, incluso nieve y un portentoso Bjarne Rijs
dejaron al navarro y a toda su afición sin el sexto Tour consecutivo.
El podio final con Rominger y Virenque acompañando a Indurain
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