miércoles, 29 de mayo de 2013

INDURAIN DESTROZA LA MORAL DE SUS RIVALES. DAUPHINE'96

Se la podría considerar un pequeño Tour de Francia, a menudo sirve de previa (actualmente junto a la Vuelta a Suiza) para aquellos corredores que van a disputar la gran carrera francesa con opciones de brillar en la general final o victorias de etapa.
Nos referimos a la Dauphine Libere, una prueba histórica donde habitualmente se dan cita los mejores corredores del mundo y que en condiciones normales el ganador de la misma suele ser destacado protagonista de una forma u otra en el Tour, o no siempre.

Nos vamos a la edición de 1996, donde el gran tema de conversación en el entorno del mundo ciclista era la posibilidad de que un corredor superara la hasta entonces infranqueable barrera de cinco victorias en el Tour de Francia, ese corredor era por supuesto Miguel Induráin. El navarro se presentaba a la cita para el prologo inicial en la localidad de Megeve como vencedor de la anterior edición de la carrera. Un prologo corto en el que se imponía como no podía ser de otra manera el especialista de la época Chris Boardman, con los grandes favoritos como Rominger, Induráin o Jalabert en pocos segundos.

Ya en la segunda etapa en la que venció el francés François Simon, se pudo ver en las posiciones delanteras a Induráin dando un aviso para lo que vendría en las siguientes jornadas. Dos días después llegaba uno de los momentos clave de la Dauphine de aquel año, el Mont Ventoux. El famoso gigante de la Provenza, sin vegetación alguna en la parte más alta y con sus fuertes rachas de viento nos dejaba con la exhibición de dos de los grandes corredores franceses del momento, Laurent Jalabert y Richard Virenque. Para este último fue la victoria de etapa en la mítica montaña mientras que Jalabert, que por entonces militaba en el potentísimo conjunto ONCE, se hacía con el liderato con una interesante ventaja.



En la jornada posterior al Ventoux los corredores afrontaban una etapa contrarreloj de 42 km entre las localidades de Gigondas y Beaumes de Venise. Una dura prueba para el líder Laurent Jalabert ante grandes especialistas como Rominger o Induráin. El navarro no defraudo y se alzo con la victoria magistralmente por delante del suizo Rominger y del británico Boardman. El líder perdía 50 segundos con Induráin pero mantenía el maillot amarillo.


Y por fin llegaban los Alpes. La temida cordillera nos daba la bienvenida con una espectacular etapa camino de la ciudad amurallada de  Briançon, con el Col de Vars de por medio junto a la subida al mítico Izoard, entre otras ascensiones. Ya en Vars el líder Jalabert pasaba por problemas y perdía algunos segundos que posteriormente recuperaría. Sin embargo el durísimo Izoard paso factura al corredor francés de la ONCE que perdía el contacto con el grupo de Induráin donde también marchaban Escartin,  Leblanc, Virenque y Madouas.                                    

El navarro del equipo Banesto dejaba también a su perseguidores coronando en solitario el coloso Izoard pero una inesperada tormenta en el descenso le hizo tomar precauciones y fue alcanzado por sus perseguidores. Aun así Induráin se imponía en la meta de Briançon a Laurent Madouas y sentenciaba la clasificación general metiendo casi dos minutos a Jalabert el cual se bajo de la bicicleta en la jornada siguiente con final en Grenoble.

Miguel Induráin se hacía con su segunda Dauphine Libere consecutiva en la que seguramente fuera su última victoria en una carrera por etapas, dando un golpe moral a sus rivales para el Tour’96. Sin embargo ese Tour se convirtió en una autentica pesadilla para Miguel. Las pésimas condiciones climatológicas, con mucho frio, incluso nieve y un portentoso Bjarne Rijs dejaron al navarro y a toda su afición sin el sexto Tour consecutivo.


El podio final con Rominger y Virenque acompañando a Indurain

jueves, 2 de mayo de 2013

"SI OLANO ES MAGICO, CICCIOLINA ES VIRGEN" GIRO DE ITALIA 1996


Si, como habéis leído. Esa frase que titula esta entrada aparecía pintada en una de las múltiples pancartas que los tifossi italianos tenían en sus manos en las últimas rampas de la ascensión al gigantesco Pordoi en la jornada a la que nos referimos.
Estamos en el Giro de Italia de 1996, que ese año había comenzado en Grecia con tres tediosas jornadas al sprint y que dejaba lo mejor para las etapas finales. La etapa que hacia la numero veinte, venía precedida de una contrarreloj ganada por el ruso Eugeni Berzin por tan solo 1 segundo de diferencia con el guipuzcoano Abraham Olano. La maglia rosa viajaba a la espalda de otro ruso en cuestión, Pavel Tonkov con una mínima diferencia de ventaja sobre Olano. La jornada era de las que hacen afición, con un doble paso por el Pordoi, donde estaba situada la línea de meta, el Passo Manghen y el temible Passo Fedaia o Marmolada como también se le conoce.


                                            Perfil: Plataformarecorridosciclistas.org

Poco antes de comenzar la subida a la Marmolada, varios hombres escaparon del control del grupo comandado en todo momento por la escuadra italiana del Panaria, el equipo del líder Tonkov. Entre estos escapados se encontraban algunos hombres del equipo de Abraham Olano, el conjunto Mapei. Esto hacía presagiar el buen estado del corredor vasco. Pero ya en plena ascensión y con una fuerza descomunal un italiano de Brescia, Enrico Zaina salía del grupo de los favoritos llevándose consigo al líder Tonkov, el único que pudo seguir la rueda del valiente italiano. Ni Berzin, que fue el primero en ceder, ni Gotti, ni Ugrumov pudieron con ese ritmo. Abraham Olano tampoco pasaba por un buen momento y perdía unos metros respecto al líder y a Zaina. Se podía hacer una previsión de sentencia del Giro por parte del ruso Pavel Tonkov. Pero ni siquiera el líder estaba cómodo con el ritmo de Zaina, que se fue por delante para firmar un magistral cabalgada. Por detrás después de una magnifica recuperación Olano contacta con los hombres de cabeza entre los que se encontraban además del líder Tonkov, Ugrumov e Iván Gotti, cerca ya de coronar el legendario Passo Fedaia.

                                                                     Pavel Tonkov

Con unos rivales con mucha más habilidad en la escalada, Olano encara las primeras rampas del segundo paso por el Pordoi con gran tranquilidad y con un portentoso control de la situación. No solo eso, en parte de la subida el corredor guipuzcoano toma el mando del grupo y protagoniza algunos acelerones que apunto están de soltar al ruso Tonkov. Iván Gotti se marcha por delante y deja solos a Olano y Tonkov en su particular duelo por la preciada maglia rosa.





 Enrico Zaina culmina de forma sensacional su escapada y se hace con la victoria de etapa además de subir algunos puestos en la general que le supondrían ser segundo en la general final de Milán. En la línea de meta del Pordoi, Abraham Olano consigue a duras penas picarle unas centésimas al ruso. Después de la decisión de los jueces, el corredor de Anoeta se convertiría en el líder de la carrera después de protagonizar una espectacular etapa en un terreno totalmente hostil para él, un corpulento rodador. Haciendo mención a la citada pancarta, Olano no solo fue mágico, fue algo más, para hacerse con el liderato de la carrera y dominar la carrera en la alta montaña ante adversarios más potentes en ese terreno. Al día siguiente camino de Aprica y con el violento Mortirolo de por medio, la magia se esfumo y con ella la maglia rosa dejando a Olano tercero en la general final.